Un momento, una idea y a escribir.
Jueves 13 de Marzo
Jueves 13 de Marzo

Jueves 13 de Marzo

Cuando Silvana me invitó a participar de su proyecto estaba anocheciendo en Melbourne. Al principio, me sentí sorprendida de que pensara en mi, es extraño cuando la gente te ve como tú esperas que te vean y me sentí feliz de que ella me viera así: Como una persona que escribe.

También me sentí confundida ¿Qué tengo yo para decir? Pensé. Como si alguna vez pudiera quedarme callada. 

Esa misma semana, curiosamente, me reencontré con una amiga que conocí de intercambio. Nos estábamos tomando un café frente al Victoria Market cuando me preguntó cuál sería mi trabajo ideal. La miré confundida como si esa pregunta hubiera salido de la nada, pero para ser justos, sólo fue una vuelta de mano después de hacerle muchas preguntas reflectivas sobre su vida con mucha soltura.

Curiosamente ella también se llama Silvana, pero a esta Sil la conocí en España y nos reencontramos después de 9 años.

Fue extraño. Estaba ansiosa. Siento que que la Silvana que me conoció en medio de bares en Valencia, no sabía quién era yo, la persona que está sentada escribiendo esto. La conocí cuando tenía 22 años y no sé si realmente supimos quién era la otra en ese entonces. Siento que le pregunté cosas más importantes durante estas últimas cuatro horas que durante los seis meses que compartimos juntas o los nueve años siguientes de tenernos en Instagram.

A esta Silvana le respondí que si pudiera elegir, supongo que sería escribir o al menos eso siempre fue lo que pensé que quería desde que era niña antes de que pasaran muchas cosas. De que pasara la vida. 

Terminé el colegio. Empecé a estudiar Periodismo. Tuve mi primer pololo. Se murió mi abuelita. Mi relación se terminó y no de buena manera. Me fui a vivir a Santiago. Volví y ya no me hacía sentido ser periodista. Me enojé. Dejé de escribir. Viajé a Chiloé y trabajé en un hosta. Hice mi tesis pensando en no ejercer nunca. Viajé a Valencia. Conocí personas y países. Volví y me enamoré. Me titulé. Se me rompió el corazón. Empecé a trabajar. Empezó la pandemia. Mi mamá se enfermó. Mi mamá se murió.  Lloré. Realmente entendí lo que era tener el corazón roto. Me tatué. Me volví a enamorar. Me fui a vivir sola. Empecé a convivir con mi pololo a los pocos meses. Me fui a vivir a Santiago. Me di cuenta que ya no éramos pololos, teníamos una familia de a dos. Me fui a vivir a Australia. Me sentía inestable. Me establecí. Encontramos un hogar. Fui tía por primera vez. Me puse a trabajar en comunicaciones. Hice un podcast. Me olvidé de escribir. Me ofrecieron volver a escribir.

Todo eso pasó por mi cabeza desde que Silvana me preguntó si quería ser parte de su proyecto. Le respondí que sí y mi mente volvió a funcionar en historias y letras. Volví a grabar audios con notas de relatos que se me ocurren mientras camino, como este, que empecé un jueves 13 de Marzo a las 8pm mientras volvía de buscar algo que no encontré en el supermercado y pensaba de qué se iba a tratar todo esto.

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